sábado, 17 de marzo de 2012

Entrega 17/03/12_Esmeraldina

ENUNCIADO.

     Para la realización de esta entrega, nos hemos basado en el libro "Las ciudades invisibles" de Italo Calvino. Este libro se presenta como una serie de relatos de viaje que Marco Polo hace a Kublai Kan, emperador de los tártaros.

      Lo que se propuso fue la realización de una maqueta a escala 1:50 de un tipo de vivienda que pudiera construirse o situarse en una de las ciudades descritas en el libro, en este caso, Esmeraldina.


TEXTO: LAS CIUDADES Y LOS INTERCAMBIOS. 5.


    En Esmeraldina, ciudad acuática, una retícula de canales y una retícula de calles se superponen y se entrecruzan. Para ir de un lugar a otro siempre puedes elegir entre el recorrido terrestre y el recorrido en braca, y como en Esmeraldina la línea más breve entre dos puntos no es una recta sino un zigzag ramificado en tortuosas variantes, las calles que se abren a cada transeúnte no son sólo dos sino muchas, y aumentan aún más para quien alterna trayectos en barca con transbordos a tierra firme.

     De este modo los habitantes de Esmeraldina no conocen el tedio de recorrer cada día las mismas calles. Y eso no es todo: la red de pasajes no se organiza en un solo plano, sino que sigue un subir y bajar de escalerillas, galerías, puentes convexos, calles suspendidas. Combinando sectores de los diversos trayectos elevados o de superficie, cada habitante se permite cada día el placer de un nuevo itinerario para ir a los mismos lugares. En Esmeraldina las vidas más rutinarias y tranquilas transcurren sin repetirse.

     A mayores constricciones están expuestas, aquí como en otras partes, las vidas secretas y aventureras. Los gatos de Esmeraldina, los ladrones, los amantes clandestinos se desplazan por calles más altas y discontinuas, saltando de un tejado a otro, dejándose caer desde una alta glorieta hasta un balcón, bordeando canalones con paso de funámbulos. Más abajo, los ratones corren en la oscuridad de las cloacas unos tras la cola del siguiente, junto a los conspiradores y a los contrabandistas; atisban desde alcantarillas y sumideros, se escabullen por entrepisos y callejas, arrasatran de un escondrijo a otro cortezas de queso, mercancías prohibidas, barriles de pólvora, atraviesan la compacidad de la ciudad perforada por la aureola de las galerías subterráneas.
   
    Un mapa de Esmeraldina debería comprender, indicados con tintas de diferentes colores, todos estos trazados, sólidos y líquidos, patentes y ocultos. Más difícil es fijar en el papel los caminos de las golondrinas que cortan el aire sobre los tejados, caen con las alas quietas trazando parábolas invisibles, se desvían para tragar un mosquito, remontan en espiral rozando un pináculo, dominan desde cada punto de sus senderos de aire todos los puntos de la ciudad.



RESOLUCIÓN.











Entrega 10/03/12_Armilla

ENUNCIADO.

          Para la realización de esta entrega, nos hemos basado en el libro "Las ciudades invisibles" de Italo Calvino. Este libro se presenta como una serie de relatos de viaje que Marco Polo hace a Kublai Kan, emperador de los tártaros.

          Lo que se propuso fue la realización de una maqueta a escala 1:50 de un tipo de vivienda que pudiera construirse o situarse en una de las ciudades descritas en el libro, en este caso, Armilla.


TEXTO: LAS CIUDADES SUTILES. 3.

          Si Armilla es así por incompleta o por haber sido demolida, si hay detrás un hechizo o sólo un capricho, lo ignoro. El hecho es que no tiene paredes, ni techos, ni pavimentos: no tiene nada que la haga parecer una ciudad, excepto las cañerías del agua, que suben verticales donde deberían estar las casas y se ramifican donde deberían estar los pisos: una selva de caños que terminan en grifos, duchas, sifones, rebosaderos. Contra el cielo blanquea algún lavabo o bañera u otro artefacto, como frutos tardíos que han quedado colgados de las ramas. Se diría que los fontaneros han terminado su trabajo y se han ido antes de que llegaran los albañiles; o bien que sus instalaciones indestructibles han resistido a una catástrofe, terremoto o corrosión de termitas.

          Abandonada antes o después de haber sido habitada, no se puede decir que Armilla esté desierta. A cualquier hora, alzando los ojos entre las cañerías, no es raro entrever una o muchas mujeres jóvenes, espigadas, de no mucha estatura, que retozan en las bañeras, se arquean bajo las duchas suspendidas sobre el vacío, hacen abluciones, o se secan, o se perfuman, o se peinan los largos cabellos delante del espejo. En el sol brillan los hilos de agua que se proyectan en abanico desde las duchas, los chorros de los grifos, los surtidores, las salpicaduras, la espuma de las esponjas.

          La explicación a que he llegado es ésta: de los cursos de agua canalizados en las tuberías de Armilla han quedado dueñas ninfas y náyades. Habituadas a remontar las venas subterráneas, les ha sido fácil avanzar en su nuevo reino acuático, manar de fuentes multiplicadas, encontrar nuevos espejos, nuevos juegos, nuevos modos de gozar del agua. Puede ser que su invasión haya expulsado a los hombres, o puede ser que Armilla haya sido construida por los hombres como un presente votivo para congraciarse con las ninfas ofendidas por la manumisión de las aguas. En todo caso, ahora parecen contentas esas mujercitas: por la mañana se las oye cantar.



RESOLUCIÓN.











Entrega 03/03/12_Ottavia

ENUNCIADO.

          Para la realización de esta entrega, nos hemos basado en el libro "Las ciudades invisibles" de Italo Calvino. Este libro se presenta como una serie de relatos de viaje que Marco Polo hace a Kublai Kan, emperador de los tártaros.

          Lo que se propuso fue la realización de una maqueta a escala 1:50 de un tipo de vivienda que pudiera construirse o situarse en una de las ciudades descritas en el libro, en este caso, Ottavia.


TEXTO: LAS CIUDADES SUTILES. 5.

          Si queréis creerme, bien. Ahora diré cómo es Ottavia, ciudad-telaraña. Hay un precipicio entre dos montañas abruptas: la ciudad está en el vacío, atada a las dos crestas con cuerdas y cadenas y pasarelas. Se camina sobre tos travesaños de madera, cuidando de no poner el pie en los intersticios, o uno se aferra a las mallas de cáñamo. Abajo no hay nada en cientos y cientos de metros: pasa alguna nube; se entrevé mas abajo el fondo del despeñadero.
         
          Esta es la base de la ciudad: una red que sirve de pasaje y de sostén. Todo lo demás, en vez de elevarse encima, cuelga hacia abajo; escalas de cuerda, hamacas, casas hechas en forma de saco, percheros, terrazas como navecillas, odres de agua, picos de gas, asadores, cestos suspendidos de cordeles, montacargas, duchas, trapecios y anillas para juegos, teleféricos, lámparas, macetas con plantas de follaje colgante. Suspendida en el abismo, la vida de los habitantes de Ottavia es menos incierta que en otras ciudades. Sabes que la red no sostiene más que eso.



RESOLUCIÓN.